El 25 de marzo, en una sala de audiencias repleta de gente en el Capitolio estatal, el Comité de Salud del Senado votó 6 a 2 a favor del proyecto de ley SB 128, el proyecto de California sobre el suicidio prescrito por un médico. Los Demócratas votaron a favor y los dos Republicanos se opusieron. El Senador Richard Pan, un Demócrata de Sacramento y médico, se abstuvo.
“Lo que hizo hoy el Comité de Salud del Senado para promover el proyecto SB 128 es triste y decepcionante,” dijo Edward “Ned” Dolejsi, director ejecutivo de la Conferencia Católica de California.
“Entendemos y compartimos la preocupación que se expresó en la audiencia de hoy por las personas agonizantes,” dijo. “Es un impulso natural para los seres humanos. Pero cuando alguien pide ayuda para matarse, en realidad es un llamado para que se le ayude, acoja y se le trate con compasión durante el proceso de su agonía. Las leyes de California ya permiten que los pacientes rechacen los cuidados extraordinarios, pero eso dista mucho de ayudar a un paciente a quitarse la vida activamente.” (Lea la declaración en su totalidad aquí.)
La votación sobre el proyecto de ley se realizó después del testimonio bien planificado y cargado de emotividad, organizado por la entidad de “Compassion and Choices”, anteriormente conocida como la “Hemlock Society”, la organización nacional que promueve el suicidio asistido. Asistieron cientos de personas para manifestar su opinión, a favor y en contra de la medida.
El proyecto SB 128, el Acta de la Opción al Final de la Vida permitiría que los adultos mentalmente competentes, quienes padezcan de una enfermedad terminal y que tengan menos de seis meses para vivir, puedan pedir una prescripción mortal para poner fin a sus vidas. Este proyecto de ley fue presentado por los Senadores Lois Wolk (D-Davis) y Bill Monning (D-Carmel).
La audiencia empezó con el testimonio de Debbie Ziegler, la madre de Brittany Maynard, la mujer de 29 años de edad del área de la Bahía que padecía de un cáncer cerebral terminal y que se mudó a Oregón, estado que permite el suicidio asistido, para tomar medicamentos que le ayudaron a morir.
La Srta. Maynard, después de haber sido informada sobre “el horrible curso que seguiría el tumor si se le permitía seguir su curso,” dijo su mamá, sintió consuelo al poder obtener “los medios para escapar de su sufrimiento,” y deseaba que otras personas que tienen enfermedades terminales tuvieran la misma opción.
Una madre de familia con una enfermedad terminal y en silla de ruedas, también dio un testimonio emotivo. “Yo no quiero estar jadeando para tomar aire frente a mi hija,” dijo. Y un afligido padre de familia habló del sufrimiento de su hija quien soportó una lucha de 17 años con la leucemia.
Nadie puede escuchar estos relatos sin sentir la más profunda compasión por las personas con enfermedades terminales y sus familiares. Pero la doctrina católica nos recuerda que la vida es un regalo de Dios, y el hecho de quitar una vida, incluyendo la propia, es rechazar la soberanía y el amor de Dios.
Y, como manifestó el testimonio a continuación, los hechos demuestran que el proyecto SB 128 es una política pública deficiente.
“Los médicos son notablemente malos para predecir cuánto tiempo de vida le queda a un paciente,” dijo a los legisladores el Dr. Warren Fong, presidente de la Asociación Médica de Oncología del Sur de California. Este proyecto de ley, aseveró, crearía “una pendiente resbaladiza,” con reglamentos posteriores que probablemente ampliarían la elegibilidad para el medicamento que provoca la muerte.
“El hecho de combinar nuestro deteriorado sistema de asistencia sanitaria con el suicidio asistido es una ‘mezcla mortal’ que instantáneamente se convertiría en el tratamiento más barato,” testificó Marilyn Golden, Analista de Políticas de Alto Nivel de la organización de Educación sobre los Derechos de Incapacidad y Fondo de Defensa (Disability Rights Education and Defense Fund).
Ella señaló los ejemplos de dos residentes de Oregón, Barbara Wagner y Randy Stroup, a quienes el Plan de Salud de Oregón les negó cobertura para sus tratamientos contra el cáncer pero les ofreció cubrirles el suicidio asistido.
El “Doctor shopping” también “puede evadir cualquiera de las protecciones huecas de este proyecto de ley,” dijo Golden. Kate Cheney, de 85 años, murió por el suicidio asistido que permite la ley de Oregón aunque ella tenía demencia prematura y su médico personal se había negado a proveerle la prescripción mortal. Su proveedor de atenciones sanitarias dirigidas encontró a otro médico que le prescribió la dosis mortal.
Un artículo publicado en el “Michigan Law Review” en junio del 2008, citado en el análisis del proyecto SB 128 por el personal del Comité de Salud, concluyó que se están esquivando las protecciones incluidas en la ley de “Muerte con Dignidad” de Oregón y que el estado no reúne la información que necesita para monitorear esta ley eficazmente.
Ciertamente, estas “protecciones” incluidas en el proyecto SB 128 crearán la misma falta de transparencia necesaria para evaluar adecuadamente el impacto de esta ley. Los registros se mantendrán privados. Y los médicos no pueden mencionar el suicidio como la causa de muerte en las actas de defunción, solamente pueden mencionar la enfermedad terminal subyacente, dificultando aún más la investigación de los posibles problemas.
Adicionalmente, la gran mayoría de suicidios se relaciona a la depresión clínica o a otros trastornos mentales tratables, declaró el Dr. Aaron Kheriaty, profesor asociado de psiquiatría y director del Programa de Ética Médica de la Facultad de Medicina de la Universidad de California en Irvine (UCI). Sin embargo, menos del 6 por ciento de las 752 personas que han muerto por el suicidio asistido conforme a la ley de Oregón, fueron derivados para una evaluación psiquiátrica antes de su muerte.
El proyecto de ley SB 128 “debilita las medidas necesarias para la intervención en contra de la depresión,” dijo. Este proyecto “comunica el mensaje de que algunas vidas no valen la pena vivirse.” Llevaría al “abandono” de las personas con pensamientos suicidas en vez de ayudarlas, afirmó, y es “una desviación radical” de las atenciones médicas estándar.
El Senador Jim Nielsen(R-Gerber) preguntó si se tiene la expectativa de que los planes de salud de California cubran el costo de los medicamentos autorizados por esta legislación. El Senador Monning respondió que en Oregón, algunos planes de salud lo cubren y otros no.
El suicidio asistido es legal actualmente en tres estados y los tribunales de otros dos estados lo permiten, pero muchos otros estados lo han rechazado. Varios intentos previos de legalizar esta práctica en California han fracasado.
Este proyecto de ley aún debe ser considerado por el Comité Judicial y el Comité de Asignación de Fondos del Senado antes de que llegue al plenario del Senado.
Vea historia relacionada: Statement on Senate Committee Vote on SB 128 – Assisted Suicide