Prometen mantener una solidaridad firme con los inmigrantes;
Denuncian que la administración rescinda programa que brindaba esperanza
Los Obispos Católicos de California publicaron la siguiente declaración el día de hoy, anticipando el aviso de la Administración Trump que se daría a conocer el martes, rescindiendo el Programa DACA en un periodo de 6 meses. DACA (Acción Diferida para los Llegados en la Infancia) es un programa que temporalmente suspendió diligencias de deportación de jóvenes indocumentados que fueron traídos a los Estados Unidos cuando eran menores de edad. Muchos de estos jóvenes no tienen memoria de crianza en ningún otro país fuera de los Estados Unidos. Se calcula que son 800,000 personas las que se amparan bajo este programa, tan solo en California son 200,000 las personas beneficiadas. Por favor atribúyase a los Obispos Católicos de California lo siguiente:
SACRAMENTO, CA – Los Obispos Católicos de California creen, al igual que muchos de nuestros vecinos californianos, que los jóvenes inmigrantes y sus familias son parte fundamental de la vitalidad futura de California. Seguiremos confiando en ellos, orando por ellos, y colaborando con ellos a fin de lograr una sociedad donde todos los hijos de Dios puedan disfrutar de la vida, la libertad y búsqueda de la felicidad. Invitamos a todas aquellas personas que comparten este sueño, que se unan a nosotros siendo centinelas de esperanza para los cientos de miles de jóvenes que se han inscrito o que reúnen los requisitos para el programa de DACA. Aunque la decisión de parte de la Administración pudiera oscurecer, como eclipse, la aspiración que sostenemos en común a favor de estos jóvenes, no permitamos que disminuya nuestra seguridad y confianza. Tenemos fe que esta sombra es pasajera y la luz de nuestra esperanza seguirá ardiendo en pleno esplendor.
Mantener el estatus de los estudiantes DACA, contra la amenaza actual es imprescindible, pero se tiene que hacer más. Instamos a todo líder político responsable, a nivel estatal y federal, que se esfuerce a favor de una reforma migratoria integral y completa y a colocar sobre el escritorio del Presidente un plan de reforma migratoria, de peso y eficaz, antes que expire el programa DACA. Éste es el remedio más razonable y sostenible para los estudiantes DACA y sus familias, y todos los inmigrantes.
DACA, el programa de Acción Diferida para los que llegaron en la Infancia, fue desde su inicio una iniciativa provisional y frágil, de alivio ante las circunstancias frustrantes de muchos jóvenes que, sin tener culpa alguna, se encontraban perdidos en las fisuras de un sistema migratorio fracturado y rechazados por el único país que han llamado hogar.
Las medidas actuales de la Administración agravan aún más los años de indiferencia e inacción bipartidistas en torno a una reforma migratoria integral. Éste es el momento cuándo el Congreso necesita manifestar valentía y compasión a pesar de un proceder caprichoso y mal concebido de la Administración. La falta de fuerza de voluntad política se ha convertido en traición moral del estandarte de América, un faro de esperanza que desde siempre ha hecho el llamado a quienes añoran libertad. La necesidad de un liderazgo político de ambos lados del pasillo que se esfuerce por encontrar una solución bipartidista se hace, día tras día, cada vez más urgente. Ahora tienen, aparentemente, con toda claridad, una fecha límite para elaborar un plan de reforma migratoria razonable, eficiente e integral.
Los estudiantes DACA no son los denominados “malos hombres”, según el epíteto insidioso que se usa para infundir temor y alimentar el racismo y nativismo que desafortunadamente ha sacado su rostro horrendo en nuestras ciudades. Lejos de ser así, los jóvenes DACA se han recibido de escuelas preparatorias, se encuentran estudiando o trabajando para obtener su Diploma de Equivalencia General (GED). Muchos de ellos cursan carreras universitarias. Son de aquellos que han prestado servicio en la fuerza militar y liberados honorablemente. Ninguna persona, culpable de crimen mayor o delito grave (o tres delitos menores) puede solicitar DACA.
Estos jóvenes están trabajando en empresas, son profesionistas, cosechan nuestros campos, construyen nuestros hogares y proveen muchos de los servicios de hospitalidad que no tomamos en cuenta. Ellos han arriesgado sus vidas en defensa de nuestra libertad. Pero, más que nada, la aportación de ellos es al único país que han conocido. Son los vecinos buenos y trabajadores que los Estados Unidos necesita para competir en la economía mundial de hoy.
Los católicos – tanto en nuestras parroquias como en organizaciones más amplias de servicio social, tales como Caridades Católicas/ Catholic Charities y la Red Católica de Servicios de Inmigración/ Catholic Legal Immigration Network, CLINIC – seguirán firmes y fieles, ofreciendo ayuda a los inmigrantes. A nosotros, como obispos, todos los días nos toca ver las consecuencias del fracaso de un liderazgo político que se lava las manos mientras el inmigrante sufre. Nuestra opción es seguir sirviendo, confortando y protegiendo a nuestros hermanos y hermanas. No protegeremos a criminales serios y autores de violencia y trabajaremos con las autoridades en la promoción de seguridad y otros requerimientos legítimos. Sin embargo, no vamos a permitir que la retórica insensata nos intimide y haga que nos desviemos del camino de la compasión y lo humanamente decente.
Encontramos animo en la exhortación paterna del Papa Francisco: “Los niños son un signo. Son un signo de esperanza, un signo de vida, pero también “un signo diagnóstico”, un indicador sobre la salud de las familias, de la sociedad y del mundo entero. Dondequiera que los niños sean aceptados, amados, cuidados y protegidos, la familia está sana, la sociedad es más sana y el mundo es más humano”.